Después de enfrentarse con el hombre de negro al final de El pistolero, Roland se despierta febril y debilitado en una playa. Al caer la noche le atacan unos seres monstruosos que salen del mar. Para eludirlos, Roland puede huir de la playa por tres salidas, tres puertas. Todas le llevarán a Nueva York, pero en tres momentos distintos; además, al otro lado de cada una de ellas Roland tendrá que atraer a una persona. Necesita a estas tres personas para seguir adelante en su búsqueda de la Torre Oscura: en el año 1987 encuentra a Eddie Dean, heroinómano desesperado; en 1964 a Odetta Holmes, la Dama de las Sombras, heredera afroamericana que perdió sus piernas en un accidente en el metro; finalmente, en 1977, da con Jack Mort, la propia muerte. ¿Serán ellos los que formarán su ka-tet?
El primer libro me dejó
con un nivel de dudas similares a una clase de matemática, pero a diferencia de
esa eterna piedra en mi zapato, aquí necesito
saber qué es lo que no estoy entendiendo, ya que no puede ser que con la clase
de final que tuvo El pistolero,
alguien como yo pueda seguir viviendo en paz. Y de algún modo consigo las
respuestas que buscaba, para que luego surjan otras cien y me dé cuenta de que
en realidad, sigo sabiendo tan poco como al comienzo de todo. El libro aún no
me dice todo lo que quiero saber, y el amigo que me introdujo a la saga disfruta
escuchando mis teorías, pero sin decirme nunca gran cosas de lo que quiero
saber. En resumen, estoy frustrada. Feliz, pero frustrada.
En este segundo libro
de la genial saga La torre oscura;
aquellos detalles que nos dio el hombre de negro al final se hacen
fundamentales: Roland necesita compañeros en su búsqueda de la torre, y son
tres habitantes de la ciudad de New York en diferentes momentos temporales.
Cada uno es… especial, y sin ellos nuestro querido pistolero duro como el acero
no puede lograr su objetivo. Con un inicio de páginas que me dejó gritando de
sorpresa, Roland comienza de forma algo segmentado la búsqueda de sus
compañeros, a los que llega por medio de unas puertas que simplemente aparecen
en medio de la playa.
Nuestro primer nuevo
amigo es Eddie, y tengo que admitir que me encanta, su mundo es mucho más similar
a mis lecturas habituales (las novelas negras), porque este veinteañero salido
del año 1987 tiene una adicción a la heroína, con todos los enormes problemas
que eso acarrea. No les voy a decir cómo funciona el proceso de la búsqueda de
los compañeros, porque fue una de las cosas que más me gusto del libro, fue
genial, totalmente sorprendente.
La segunda en sumarse a
bordo es Odetta, una mujer negra de 1964 que a pesar de la enorme fortuna que
heredo, convive con una sociedad que no aprueba a la gente de color, y mejor a
una mujer negra, rica y lisiada. Ella es todo un reto, y no porque nuestro
pistolero tenga problemas con su género o su color, para nada, sino porque ella
tiene un gran lio interno, y si no lo soluciona, todo se puede poner color de
hormiga en muy poco tiempo.
Y el tercer mosquetero
es aún más problemático que los anteriores, Jack, sacado de 1977, está ligado a
eventos que ocurrieron durante el primer libro, y a los que van a ocurrir en el
siguiente (si, no pude resistirlo y comencé con el que sigue). A Jack no le
tengo cariño, nada de cariño, y creo que en realidad el personaje esta hecho de
tal forma que sea muy difícil de querer.
El libro transcurre
entre los viajes de Roland a los diversos momentos de NY y su “aquí”, el mundo
de Roland, conocido como Mundo Medio. Me gusto mucho poder darle un nombre al
lugar donde habita nuestro pistolero, me hace sentir como que las piezas del rompecabezas
por fin comenzaron a tomar forma. Además de ir acumulando información sobre
este mundo, seguimos sumando datos sobre el protagonista, lo que me hace inmensamente
feliz.
Algo que me gusto mucho
fue como King jugo al mezclar a los nuevos miembros, y no solo porque sus
personajes son muy distintos, sino que como son de momentos históricos
diferentes, hay elementos culturales que les son desconocidos. Me recordó un
poco a la serie española que hizo gran parte del trabajo de quitar mi aversión por
su literatura nacional, El ministerio del
tiempo, en donde como dice su nombre, la gente viaja por el tiempo, y cuando
gente del pasado viaja al presente, hay que explicarles todo: internet, jerga,
lo que usa (si no han visto la serie, tienen que verla). Este choque entre
épocas funcionó muy bien, ya que no es forzadamente obvio, ni muy imperceptible,
tiene la medida justa para que sea ideal.
En realidad, este libro
a diferencia del otro tiene ese toque que me encanta de cuando las cosas son
perfectas. Todo en la narración funciona como reloj, y las migajas que deja
para continuar la historia son precisas para dejarnos con las ganas de más,
pero ahora sí, dándonos piezas más sustanciales de información. Además de
resolver de forma bastante verídica ciertas problemáticas que me surgieron a
medida que iba leyendo, como por ejemplo, como Eddie iba a lidiar con su
adicción; la condición de Odetta (lisiada) como afecta la misión; que tan
dispuestos estaban ellos a participar en todo esto; Roland después del las primera
páginas; y donde calzaba el primer libro con todo esto.
Si el libro anterior
nos dejó en la nada no teniendo idea ni de donde estabas parados, este final es
más amable y nos indica suavemente que es lo que viene a continuación, o en
realidad, hacia donde se encuentra lo que viene a continuación. Fue una lectura
que disfrute mucho, el ritmo es mucho más cómodo que con la anterior novela ya
que la dinámica es ciertamente diferente. Tuve que comenzar de inmediato la
continuación, ya que hay demasiadas cosas que necesitaba saber. Esto viene a
ser como la tónica de esta saga conmigo: Cuando leo? Cuando las dudas me la
ganan y la necesidad de respuestas es irrefrenable.
Eso, amé el libro, los
nuevos personajes y hacia donde veo que va todo, de verdad lo que llevo de saga
merece la pena.
Saludos y espero que
les guste!
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